Este lunes Venezuela conmemora nueve años del golpe de Estado ocurrido el 11 de abril de 2002, que sacó del poder por 48 horas al Presidente de la República, Hugo Chávez, y cuyo brazo ejecutor estuvo protagonizado por la derecha con la colaboración de agentes externos que buscaban dar fin al proceso revolucionario.
Este hecho que tiñó de sangre las páginas de la historia del país, dejó como saldo al menos 20 muertos y más de 100 heridos, así como negocios saqueados, fue un escenario que sirvió de revés para la oligarquía venezolana y como una prueba de fuego a la revolución bolivariana.
En el golpe participaron medios de comunicación privados, partidos políticos, empresarios, la jerarquía eclesiástica y militares del alto mando de la Fuerza Armada Nacional de aquel entonces, todos ellos dirigidos por el gobierno de Estados Unidos con el apoyo de otros países y organismos internacionales, como la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Los grupos que protagonizaron el atentado, derogaron la Constitución, cambiaron el nombre de República Bolivariana de Venezuela, destituyeron todos los altos cargos del Estado y desataron una terrible represión social contra los leales al Presidente Chávez.
Ante ese escenario, el ex vicepresidente Ejecutivo, José Vicente Rangel, realizó un análisis sobre el panorama y indicó que “aquel histórico acontecimiento se observa hasta ahora un gran cinismo y cobardía por parte de quienes niegan haber participado en la aventura de aquellos que la justifican tácitamente con argumentos despreciables”.
Rangel recordó que hasta ahora nadie ha asumido la responsabilidad de haber impulsado el ataque contra la Carta Magna, debido a que todos los participantes directos o relacionados han eludido su implicación en la arremetida contra el Jefe de Estado.
A la par, los analistas consideran que la fecha constituyó la derrota de un complot de corte básicamente mediático, en la larga historia de golpes y conspiraciones que caracterizaron el devenir político de las repúblicas latinoamericanas durante el siglo XX, todos ellos perfectamente planificados por el Departamento de Estado y apoyados por las grandes empresas de comunicación, siguiendo esquemas que se han repetido una y otra vez durante décadas, como es el caso emblemático de Chile en 1973, específicamente durante el gobierno liderado por el Presidente Salvador Allende.
Lucía Berbeo
La autora es licenciada en comunicación social
tomado de http://www.aporrea.org/ddhh/a121284.html
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