El Golpe de Estado de 2002 instauró una dictadura mediática donde se intentó que toda información y todo pensamiento estuviera bajo control.
Pero algo se les fue de las manos. Las redes de medios alternativos y la comunicación popular se extendieron desde los barrios a todo el país. La resistencia y la memoria, la voz y la imagen de Venezuela quedaron en manos de la gente.
Y esa voz no se pudo callar.
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